Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


sábado, 13 de junio de 2015

El día en que la sombra de un humano fue feliz

                                            Cumbia: El Sanjuanero  
https://www.youtube.com/watch?v=kE-IYBxVI2g




Salía a pasear por las tardes cuidando que no estuviera oculto el sol, en el inicio del ocaso… por dos cosas, una que disfrutaba viendo directamente los últimos segundos de la puesta del luminoso astro y dos y no menos importante, porque iba platicando con Don Sombra o Doña Sombra como viniera al caso.

Siempre en las mañanas en el dintel de la puerta de su cocina en donde había un espacio por el que podía mirar el amanecer,  esperaba con reloj en la mano el despertar de su amigo el sol; se miraban cara a cara alimentándose mutuamente.  El hombre recuperaba la salud con los fotones de luz viva que recibía y el dios-estrella se embelesaba viendo a una de las criaturas de la tierra -la que contenía en su adn el secreto del inicio de la vida en este universo-,  en comunicación amorosa con él, que cuidaba día a día de todos los humanos.

Pero como en todo lo que alegra, ante la luminosidad, la armonía y la felicidad que se suscitaba en este encuentro, más tardaba el astro en aparecer cuando ya estaba a un lado del hombre su eterna compañía, su sombra. Era muy discreta y no le gustaba interrumpir por lo que se ponía atrás del humano quien sin percatarse siquiera de su sombra seguía en sus menesteres diarios. 

Pero su sombra no dormía ni se descuidaba un ápice del humano a quien cuidaba y protejia y se preguntaba ¿Por qué no habla conmigo? ¿Porque no juega conmigo? ¿Porque no baila conmigo? Yo estoy siempre aquí, nunca le abandono, no duermo si no duerme, hago siempre lo mismo que él, para así ayudarlo, entonces… ¿Es que no sabe que yo existo? Pero como no va a saberlo si es el ser más inteligente del universo… creo.

Y de esta guisa, seguía el monólogo de la sombra cuando, repentinamente escuchó la cumbia “El Sanjuanero” lo que hizo que en contra de su costumbre y “genética” se asomara sobre el hombro del humano y vio en la PC a un hombre bailando con su sombra!!! No lo podía creer! Era ciertamente muy emotivo, al fin, un inteligente y sensible ser humano reconocía y valoraba y amaba y bailaba con su sombra!!! Era cierto, el ser humano es el más inteligente del universo, se dijo y con este pensamiento se fue dormir, por primera vez, antes que su compañero, aquel humano. 

¿Y que pasó entonces con este ser humano sin sombra? -Al parecer otro ser humano, a quien consideramos generalmente abandonado sí ha reconocido a su sombra como su amigo... 

Seguro que este será tema de otro escrito, ¿No creen?
¿Y tú bailas con tu sombra?

Suspendo un tiempo el Blog, nos vemos!    espero... LdeL




viernes, 5 de junio de 2015

Encontramos gente en nuestras vidas, accidentalmente? Nada sucede en el universo sin ninguna razón! Diría Pepe Grillo

Yo soy yo y mi circunstancia... y mi Testimonio!



Esta es una historia real, en la que los dragones y las hadas somos nosotros mismos… y en la que nuestras vidas se tocan con las de otros de manera predestinada o accidental. Nada sucede en el universo sin ninguna razón! Diría Pepe Grillo, así que leamos!

Busqué en el periódico El Porvenir –fundado en 1922  y que lo repartieron gratuitamente en mi Pueblo en promoción- la columna “Pitigrilli”. No estaba. Bien, ya sabía yo que aparecía ocasionalmente así que esperé. Pasaron días, semanas y un día escribí al periódico para saber que pasaba con dicha columna. Ya no saldría más. El autor había sido criticado/amonestado por usar un seudónimo que alguien ya había utilizado. Y no escribió más dicha columna que al parecer hacía de manera gratuita. El escritor era Agustín Basave Fernández del Valle (para los grandes falta espacio para los títulos) quien con su columna “Pitigrilli” de corte analítico-filosófico influyó en mi formación. 

Pero, como empezó mi afición a leer y cómo y porqué encontraba al Dr. Basave en momentos significativos……

El periódico Novedades de México era comprado en casa casi diariamente. Así que una hermana se ubicaba en aquel sillón individual de color azul-celeste con puntitos azul oscuro, Mamá en la mesa del Comedor y yo atrás de un sillón en la esquina de la sala, en donde creía que no me verían (ingenuidad de niños) y me dejarían “leer” en paz. Hete que yo no sabía leer, era un bebé; pero miraba las caricaturas y ocasionalmente mi hermana me las leía. Cuando ella no quería hacerlo venía mi hada madrina personal, aquella otra hermana dulce como la miel que me quería tanto y que yo casi no conocía porque no sé cuál era la razón de que estaba poco en casa. Ella era la más joven de mis hermanas.

Así las cosas, yo “leía” a diario los monitos –les llamábamos así a las caricaturas o cómics- hasta que cierto día mi hermanita me dijo, tengo mucha tarea, no puedo leerte los monitos hoy. Agua helada. No lo podía creer pero ¿Era posible que ese día no leyera yo mis monitos? Así que tomé el periódico y traté de empezar a recordar las palabras que ella me leía. Y adiviné una o dos palabras y se las dije a la más mayor. Al verme saber leer sin haber ido aún ni al kínder, se hizo un pequeño alboroto y me dijo mi hermanita, está bien, te enseñaré a leer.

Años más tarde cuando el periódico El Porvenir fue entregado casa por casa diariamente -en la campaña para darlo a conocer- descubrí ahí la columna del Dr. Basave. Mi primer contacto con el Maestro.
Al paso de los años, viviendo en Monterrey, una mañana muy temprano llegué al edificio de la Secretaría de Educación y Cultura en donde trabajaba y pulsé el botón del ascensor, se abrió la puerta y un hombre salió del mismo sudando, respirando fuerte y con el rostro un tanto descompuesto y que al vernos dijo perdonen mi aspecto pero he estado encerrado en el elevador toda la noche, perdonen, y se fue. Era el Dr. Basave Fernández del Valle.

Ya siendo profesora de la Facultad de Derecho de la UANL, un día entré a una sala en donde los docentes nos colocábamos la Toga para acudir a los exámenes profesionales como Jurado y encontré a un hombre que intentaba meter una mano en una toga y que al tratar de hacerlo se le caía el birrete, lo levantaba se lo colocaba y de nuevo intentaba ponerse la Toga. Volteó a verme y dijo, voy retrasado para acudir a la ceremonia en donde nos entregan x reconocimiento. Le dije que si me permitía ayudarle a ponerse dicha Vestimenta Oficial para tal evento y aceptó comentándome que todos los que recibirían dicho reconocimiento –que venían de varias partes de Latinoamérica- tenían su Padrino de Toga, pero que a él, ese hecho le había parecido insubstancial de ahí el porqué estaba solo en ese menester. Pues fui la Madrina de Toga del Dr. Basave. Y como él lo había preparado en su mente, nadie lo supo.
La tercera vez: Salí de mi trabajo caminando por calle Padre Mier y dos pasos delante de mí el Dr. Basave atravesaba la calle subiendo a la banqueta en la que yo caminaba. Ahora es claro para mí. Debía encontrarlo. Por qué no subió dos pasos antes a la banqueta por la que yo caminaba? No lo habría visto. Quizás. Así que, esta vez, sabiendo claramente quien era le abordé sin ningún preámbulo diciéndole, Dr. Basave, le puedo hacer una pregunta? Y como todos los grandes, dijo, Dígame. Sin preguntarme quien era yo o porqué quería hablar con él. Y le dije: Que opina usted de la frase YO SOY YO Y MI CIRCUNSTANCIA? (José Ortega y Gasset) Y dijo: Que yo le agregaría Y MI TESTIMONIO, porque hay ocasiones en que no podemos llevar a cabo acciones pertinentes en nuestra circunstancia pero si dejar nuestro Testimonio.  Y sonriendo, simplemente se fue.

Pasaron más de 30 años. 

Que el Dr. Basave me dijo iría a colaborar en la implementación del Doctorado de mi Facultad de Derecho y Criminología UANL (Me envió a hablar con él el Director de mi Facultad, mi Jefe) es algo grande pero menor en cuanto a la aportación que hizo a lo dicho por el filósofo español José Ortega y Gasset.

Que yo lo encontré tantas veces… No sé. No sé aún el porqué…

Creo que… continuará




JOSÉ ORTEGA Y GASSET                                                                   AGUSTÍN BASAVE