Yo soy yo y mi circunstancia... y mi Testimonio!
Esta es una historia real, en la que los dragones y
las hadas somos nosotros mismos… y en la que nuestras vidas se tocan con las de
otros de manera predestinada o accidental. Nada sucede en el universo sin
ninguna razón! Diría Pepe Grillo, así que leamos!
Busqué en el periódico El Porvenir –fundado en
1922 y que lo repartieron gratuitamente en
mi Pueblo en promoción- la columna “Pitigrilli”. No estaba. Bien, ya sabía yo
que aparecía ocasionalmente así que esperé. Pasaron días, semanas y un día
escribí al periódico para saber que pasaba con dicha columna. Ya no saldría
más. El autor había sido criticado/amonestado por usar un seudónimo que alguien
ya había utilizado. Y no escribió más dicha columna que al parecer hacía de
manera gratuita. El escritor era Agustín Basave Fernández del Valle (para los
grandes falta espacio para los títulos) quien con su columna “Pitigrilli” de
corte analítico-filosófico influyó en mi formación.
Pero, como empezó mi afición a leer y cómo y porqué encontraba
al Dr. Basave en momentos significativos……
El periódico Novedades de México era comprado en
casa casi diariamente. Así que una hermana se ubicaba en aquel sillón
individual de color azul-celeste con puntitos azul oscuro, Mamá en la mesa del
Comedor y yo atrás de un sillón en la esquina de la sala, en donde creía que no
me verían (ingenuidad de niños) y me dejarían “leer” en paz. Hete que yo no
sabía leer, era un bebé; pero miraba las caricaturas y ocasionalmente mi
hermana me las leía. Cuando ella no quería hacerlo venía mi hada madrina
personal, aquella otra hermana dulce como la miel que me quería tanto y que yo
casi no conocía porque no sé cuál era la razón de que estaba poco en casa. Ella
era la más joven de mis hermanas.
Así las cosas, yo “leía” a diario los monitos –les
llamábamos así a las caricaturas o cómics- hasta que cierto día mi hermanita me
dijo, tengo mucha tarea, no puedo leerte los monitos hoy. Agua helada. No lo
podía creer pero ¿Era posible que ese día no leyera yo mis monitos? Así que
tomé el periódico y traté de empezar a recordar las palabras que ella me leía.
Y adiviné una o dos palabras y se las dije a la más mayor. Al verme saber leer
sin haber ido aún ni al kínder, se hizo un pequeño alboroto y me dijo mi
hermanita, está bien, te enseñaré a leer.
Años más tarde cuando el periódico El Porvenir fue entregado
casa por casa diariamente -en la campaña para darlo a conocer- descubrí ahí la
columna del Dr. Basave. Mi primer contacto con el Maestro.
Al paso de los años, viviendo en Monterrey, una
mañana muy temprano llegué al edificio de la Secretaría de Educación y Cultura
en donde trabajaba y pulsé el botón del ascensor, se abrió la puerta y un
hombre salió del mismo sudando, respirando fuerte y con el rostro un tanto
descompuesto y que al vernos dijo perdonen mi aspecto pero he estado encerrado
en el elevador toda la noche, perdonen, y se fue. Era el Dr. Basave Fernández
del Valle.
Ya siendo profesora de la Facultad de Derecho de la
UANL, un día entré a una sala en donde los docentes nos colocábamos la Toga
para acudir a los exámenes profesionales como Jurado y encontré a un hombre que
intentaba meter una mano en una toga y que al tratar de hacerlo se le caía el
birrete, lo levantaba se lo colocaba y de nuevo intentaba ponerse la Toga.
Volteó a verme y dijo, voy retrasado para acudir a la ceremonia en donde nos
entregan x reconocimiento. Le dije que si me permitía ayudarle a ponerse dicha
Vestimenta Oficial para tal evento y aceptó comentándome que todos los que
recibirían dicho reconocimiento –que venían de varias partes de Latinoamérica-
tenían su Padrino de Toga, pero que a él, ese hecho le había parecido
insubstancial de ahí el porqué estaba solo en ese menester. Pues fui la Madrina
de Toga del Dr. Basave. Y como él lo había preparado en su mente, nadie lo
supo.
La tercera vez: Salí de mi trabajo caminando por
calle Padre Mier y dos pasos delante de mí el Dr. Basave atravesaba la calle
subiendo a la banqueta en la que yo caminaba. Ahora es claro para mí. Debía
encontrarlo. Por qué no subió dos pasos antes a la banqueta por la que yo
caminaba? No lo habría visto. Quizás. Así que, esta vez, sabiendo claramente
quien era le abordé sin ningún preámbulo diciéndole, Dr. Basave, le puedo hacer
una pregunta? Y como todos los grandes, dijo, Dígame. Sin preguntarme quien era
yo o porqué quería hablar con él. Y le dije: Que opina usted de la frase YO SOY
YO Y MI CIRCUNSTANCIA? (José Ortega y Gasset) Y dijo: Que yo le agregaría Y MI
TESTIMONIO, porque hay ocasiones en que no podemos llevar a cabo acciones pertinentes
en nuestra circunstancia pero si dejar nuestro Testimonio. Y sonriendo, simplemente se fue.
Pasaron más de 30 años.
Que el Dr. Basave me dijo iría a colaborar en la
implementación del Doctorado de mi Facultad de Derecho y Criminología UANL (Me
envió a hablar con él el Director de mi Facultad, mi Jefe) es algo grande pero
menor en cuanto a la aportación que hizo a lo dicho por el filósofo español José
Ortega y Gasset.
Que yo lo encontré tantas veces… No sé. No sé aún el
porqué…
Creo que… continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario