Ese mago negro de la melancolía, de ese estado del
ser en el que no sabes que pasa, no sabes porque estás de repente “así”… si en
la mañana estaba yo “normal”, que ha pasado para que ahora en este mismo día en
la tarde, mi espíritu esté desazogado, inquieto,
casi triste… tengo y no tengo lo mismo
que esta mañana, pero ahora en la tarde
no estoy aquí, creo que la mitad de mi misma se ha ido por ahí a ver alguna
cosa que le atrajo la atención o a instancias de algún llamado que solo esa
mitad mía puede escuchar y yo no.
Esta era mi conversación conmigo misma ayer en la
tarde-noche, y entonces me dije, pero si tu escribes que está en ti misma
decidir que estado emocional quieres tener, tristeza o felicidad, entonces? Sé
consecuente contigo misma por Dios! En mi defensa quise inmediatamente argüir
que el Médico dice como curarse, sabe la técnica para ello, pero que a veces él
mismo no la aplica como debe ser, y un sinfín de más pretextos.
Fui a acostarme a dormir y encendí la tv diciéndome
que ante tanta tontería que pasan seguro me pondría a criticarlos si es que no
me gusta el programa o la película y se me pasará este raro estado de ánimo.
Pero no, de repente venía un pensamiento obsesionante a mi mente. Recordé que Carlos
Castañeda “El lado activo del infinito” escribe que Don Juan Matus afirma que
los manipuladores de nuestro ADN nos implantaron su mente, así de esta manera
pueden implantar en nuestra mente sus decisiones y hacernos creer que son
nuestras decisiones, ah! Sí, claro. Me doy cuenta. De lo que ellos hacen y de
sus imitadores (Que no obstante haber sufrido esa experiencia de manera
consciente, lo intentan hacer en las mentes de sus semejantes humanos) Pues
bien decido olvidar ese pensamiento morboso de intranquilidad, envío paz a todo
el universo, yo decido estar en armonía y paz conmigo misma y ser feliz.
Lo dije con la seguridad de que así es, de que yo
decido la forma de vivir mi vida (hasta donde me es posible en esta dimensión y
con las cadenas de la matrix arrastrando, pero ya sé que están esas cadenas ahí
y sabiéndolo puedo quitármelas), de que la felicidad es un estado de estar que
yo programo (que habrá más vicisitudes en mi vida, sí, lo sé, porque estoy en
evolución, y decido alejar esos pensamientos que pudieran querer dominarme para
llevarme a la melancolía que no acepto). Solo los pactos que decido aceptar
serán acatados por mí.
Esto me recuerda que Bárbara Hand Clow dice en su “Manual
de Ejercicios Pleyadianos”, que uno
realiza contratos psíquicos con la gente y que cuando esos contratos están
siendo manipulados negativamente por esa otra persona (llámense nuestros
padres, hermanos, amigos, conocidos, ex-relación sexual ocasional o por
temporada y hasta alguna persona conocida casualmente) entonces hay que retirar
los cordones que se forman psíquicamente entre esas personas y nosotros. Porque
es como una línea telefónica, un cordón que ata a esa persona con nuestra mente
y si esa persona es malintencionada y abusando de que hicimos un contacto y
establecimos algún tipo de vínculo que hubiere sido sano en su inicio, ahora,
para su propia conveniencia (se dé cuenta o no) está manipulando ese cordón
para hacernos o intentar hacernos daño o desequilibrar nuestro estado emocional
y corramos hacia esa persona manipuladora pidiendo apoyo, afecto, compañía,
consejo. Esos seres manipuladores han perdido el contacto de ellos consigo
mismos, porque no hay otra persona con la que queramos estar más a gusto que
nosotros consigo mismos. Si necesitan estar manipulando a otros es que se han perdido
a sí mismos.
Cuando te quieres, te cuidas, te entiendes estás
listo para dejar que otro se quiera, se cuide, se entienda, y así de manera
sana y libre convivir con quien quiera hacerlo con nosotros, pero no forzado
por ningún lazo insano que no sea la libertad en el afecto y en la armonía de
vida personal, de cada vida personal, de la vida que a cada uno de nosotros nos
corresponde vivirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario