Primera parte
Al parecer la esencia del pecado es la intención, el acto
moral de realizar aquello que sabemos en nuestra conciencia que no debemos
hacer, y lo hacemos. Por lo tanto, cuando nuestra conducta no está dirigida
conscientemente a realizar algo que sea contrario a ella misma, el acto es
moralmente válido. Es un acto moral, bajo la noma del orden moral.
El conocimiento de nuestra conciencia, de ese yo interior
que nos dice claramente la verdad a nosotros mismos cuando nadie nos escucha y
sin que nadie sepa que nos habla y que le respondemos, en primera instancia –ya
que luego nuestros actos se reflejarán en los otros individuos también que
viven en la sociedad- es la base del perdón de los “pecados” o quizá mejor
dicho de los “actos dañosos” conscientes.
Cuando me doy cuenta de que el acto realizado por mí es
dañoso o cuando me doy cuenta que quise realizar ese acto dañoso, y desde el
fondo de mi corazón en verdad me arrepiento, lo diga a otros o no, es entonces
cuando existe el perdón de mi conciencia a mí mismo, (independientemente de la
sanción legal que ya es hablar de otro orden de la conducta humana, o sea del
llamado Orden Normativo o también denominado comúnmente Derecho).
La conciencia, ese Juez interior incorruptible que se encuentra
conectado con mi espíritu, no es posible de ser engañado.
Por eso cuando no encuentro paz en mi vida es porque mi
conciencia y yo no nos ponemos de acuerdo. Yo quiero hacer las cosas como mis
pasiones me dicen y mi conciencia admite algunos actos y otros los reprueba y
de ahí nace mi conflicto interior. Y cuando encuentro paz en mí mismo y no
necesito de enajenamientos (desconocerme a mí mismo, dejar de tener posesión de
la propiedad de mí mismo o sea privarme de juicio) es que he aceptado lo que
realmente soy y lo que realmente hago y quiero hacer. No hay conflicto con mi
conciencia. No hay evasión de darme cuenta de que yo existo y soy ese yo mismo
con el cual vivo en paz, sin conflicto. Sin realizar acciones que mi conciencia
reprueba. En una cabal realización del tiempo que estoy viviendo,
trascendiendo, aprobando el curso, maravillándome de cómo voy dominando mi
cuerpo, ese bello corcel que si no lo educo y conduzco puede acarrear mi propia
muerte y con ésta la imposibilidad al menos en esta oportunidad de vida, de
aprender más y maravillarme con cada chispa de luz que logro recibir para
redescubrir otra de mis aptitudes que me van convirtiendo en lo que soy, un
creador de mi misma vida y por convivencia de la vida de otros.
Continuará Segunda parte 5 Abril
No hay comentarios:
Publicar un comentario