III
Sé que después de haber cumplido con la tarea que me
pidieron realizara al aceptar nacer en esta ocasión, -que fue la de evitar que
la mujer que fue mi madre enfermara de sentimiento por el sufrimiento del
abandono de su esposo- el resto de mi vida ha sido libre, sin destino que me
obligue a determinadas acciones y eso es lo tremendo, el darme cuenta de que
mis alegrías y mis penas, yo las he programado.
Aunque han sucedido hechos fuera de mi control. En mi casa de niñez había varias mujeres,
hablaban mucho, peleaban o discutían. Recuerdo a tres grandes y una chica. Una
era buena conmigo, otra indiferente y la otra más, a quien le tenía miedo; recuerdo
que ésta última me sostenía en brazos, yo
lloraba y repentinamente no supe más de mí, todo se oscureció y se perdió en mi
memoria. Sé que tiempo después a esa mujer le decía mi mamá que no me cargara
más. Resulta –lo escuché después- que ella me sostenía de los pies para
cambiarme el pañal pero yo inquieta me movía mucho y me caí de sus manos golpeando
directamente mi cabeza contra el suelo. Ahora recuerdo que ELLOS me dijeron te
vamos a curar, no te vas a morir aunque este golpe ha sido grave contra tu
mollerita, pero no vuelvas a moverte así porque ella, la mujer que te sostenía, se niega a entender.
Si, ELLOS siempre han estado en mi vida.
Algunas veces muy
presentes a mi entendimiento, otras veces en sucesos “inexplicables”, esto último porque no queremos darnos cuenta
de que, tan real es la materia que vemos como la que no vemos, pero está ahí,
desde los átomos que lo digo por ser tan elemental este conocimiento, hasta los
sucesos como sueños. Todo tiene una explicación lógica y científica, solo que
algunos no la sabemos.
Aunque debo decir que a
ELLOS los he visto materialmente en dos ocasiones. Una en el Pueblo en donde
vivía mi mamá – que escribí sobre ello en mi columna del periódico local - vi
el Ovni de las dos luces como titulé mi escrito y la segunda aquí en Monterrey
cuando iba por la avenida Gonzalitos rumbo al sur, -acompañada también de mi hijo
(después de casi 20 años de la primera vez)- se apareció de repente entre uno
de los recortes de la Sierra Madre y cuando lo señalaba a Piro mi hijo para que
lo viera y este no lo veía, se movió al siguiente recorte y ya pudo verlo,
duraría esta visión como 3 minutos máximo y se fue hacia atrás de donde estaba
y desapareció. Era de color dorado o así
se miraba a las 13:00 con el sol en el cenit.
Sé que todavía no es
aceptable hablar de estas experiencias; pero también sé que ahora que las
reconozco como hechos ciertos, estoy abriendo mi mente y recordaré lo que aún
aparece en mi memoria como un sueño, pero que quizás fue real…
Continuará próximo
lunes
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