El problema –si es
que hay uno- del Dar es que siempre consciente o inconscientemente esperamos
que nos den las gracias o nos sean recíprocos. Pocos ha de haber seguramente
que dan por amor al servicio de ayudar o beneficiar. Dan porque simplemente
es un DEBER moral, es una obligación contraída entre mí y mi yo mismo que se da cuenta que debe
ayudar al otro porque en la realidad no hay “el otro” sino yo mismo ramificado.
Solo hay yo, ese ser necesitado que a la vuelta de la esquina estará pidiendo
algo, compañía, comprensión, empatía, dinero, pan… es lo mismo. Necesidad.
La ira y desazón que
nos invade hasta llegar a la injuria en ocasiones, debido a que “alguien” a
quien ayudé es un malagradecido, es tan fuerte algunas veces que nos daña, que
nos enferma si no del cuerpo sí del ánimo. Y entonces perdemos. Perdemos la
oportunidad de disfrutar del tránsito en esta vida de juego, de salir de casa
en un día de sol y volver la vista hacia esa estrella amorosa que nos sostiene
con vida en esta Tierra, sin pedirnos que se lo agradezcamos… sin dejar de
salir para nosotros si no lo hacemos. Nos da, porque sí. Porque al darnos, Es.
Que beneficios
podemos obtener del Dar por que sí. Seguramente el darnos cuenta de que somos
afortunados porque tenemos de sobra eso que damos. Un bien material o
inmaterial como podría ser un consejo o una sonrisa.
Si diéramos un
consejo con la intención de que se abra el entendimiento en el otro, podríamos
consolarnos (si es que no tenemos la grandeza de espíritu para comprenderlo) ante
la ingratitud de quien lo recibe, recordando que es probable que alguien nos
ayudó a despertar desde dentro de nuestras células -desde nuestro ADN- ese
conocimiento que duerme ahí y que alguna vez ha sido manipulado por seres (de esta tierra o de fuera de ella) que
deberán entender y comprender que han obrado mal en contra de otros seres
divinos (igual a cualquiera de la Creación) o sea nosotros. Si entregamos un
bien material, por principio reconoceremos o debemos de, que lo tenemos a
nuestra disposición porque lo hemos creado con nuestro deseo en nuestra vida y
si podemos prescindir de él para darlo a ese otro que ahora lo necesita, de
nuevo que afortunados somos porque vivimos en abundancia, al menos de ese bien
que damos.
Conozco poco de
religión pero recuerdo un pasaje de la Biblia en la que Jesús de Nazaret comenta
que una viuda que ha obsequiado unas monedas ha dado más que todos; obviamente porque
tiene menos que la mayoría de ese pasaje bíblico y por otra parte en el
análisis del hecho, debe haber sido poseedora de abundancia al poder sentir que
podía vivir sin esas monedas que le eran escasas al parecer, que sentido de fe
en la plenitud de su vida que sin temor se desprende de algo que podría haber
guardado para sí misma en su futuro… Pero seguro que ella creyó que el nuevo
día le traería lo necesario para vivir. Difícil para nosotros tener una fe así.
Difícil y torpe de nosotros porque ella en su mente en su ser en su
espíritu/alma creó las condiciones materiales para volver a adquirir con la
misma facilidad que obsequió, esas monedas. Todo está primero en el pensamiento.
Ella tenía fe, no esa fe tergiversada por algunas religiones en que debes creer
en estatuas o en seres martirizados (o
en darles a ellos –esas Iglesias o cultos- dineros para acrecentar sus
enormes fortunas) sino la fe de la conciencia del conocimiento intuitivo de la
sabiduría genética de que eres un Creador. La sabiduría que está dentro de cada
una de tus células que tienen vida propia. Y, No el Creador, sino uno creado
por él y por lo tanto Creador en activo, haciéndose, creándose, en proceso de
serlo. Sí, eso somos. Creámoslo y lo veremos!!!
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