Era una mañana de navidad, lo sabía porque ese día
el sol brilla diferente y hay un sonido sin ruido en el aire. Tenía como 4 años
y estaba jugando en la entrada de la
puerta trasera de casa con un niñito, -en aquel vasto patio de tierra y
traspatio con pequeña huerta que cultivaba mamá-; Le mostré mi regalo de
Navidad, los gemelos (cuates) de pasta y él a su vez me dijo que le habían
regalo unos soldaditos pintados de azul hechos de madera. En el juego, un
soldadito se murió y convenimos en que había que enterrarlo, con algo de
esfuerzo hicimos un pequeño poso de unos 7 centímetros de profundidad y
enterramos al soldadito bien tapado con tierra y una cruz en su tumba o algo
hecho con dos ramitas que nosotros decíamos que era una cruz. Seguimos jugando,
ese era mi regalo de navidad más hermoso, el tener un amiguito con quien jugar
siendo una niña solitaria rodeada de hermanos muy mayores para mi edad (nací 9
años después del penúltimo de ocho).
La vida de los otros dos soldaditos de madera y de
mis gemelos seguía su curso y hacían cosas dentro de nuestro juego desbordante
de imaginación bajo aquel sol dorado de navidad, cuando repentinamente salió la
mamá del niño a comprobar que éste estuviere bien y se dio cuenta que faltaba
un soldado. Al indagar y sacar dicho “muerto” de su tumba, se enfadó conmigo
regañándome por mi “maldad” de haber enterrado el juguete del niño causándole
estropicios y no haber enterrado en todo caso un muñeco de mis gemelos. No entendíamos como era que hubiera
ese enfado, el soldado se había muerto! Teníamos que enterrarlo…
Sacaron y limpiaron al soldado ya resucitado y
tomando al niñito de la mano se fue disgustada, él lloraba porque no se quería
ir y le dije a la mamá que yo le regalaba mis muñecos gemelos para el niño. Me
dijo que no, que los muñecos eran para niña. Y se fueron.
De nuevo sola jugando en mi patio, en el mismo lugar
enterré a un gemelo y sin decir nada entré a casa. Al cabo de dos días la madre
y su niño regresaron y ella me preguntó por el otro gemelo diciéndole a mi mamá
–con ese enfado aún guardado contra mí- que yo era una niña que no cuidaba ni
de mis juguetes puesto que ya solo tenía uno de los dos gemelos. Le dije que no
lo había perdido, que se había muerto cuando se fue el niñito y que yo lo había
enterrado.
Fueron a la “tumba” y desenterraron al gemelo cuya
pasta se había deteriorado por la humedad, me preguntaron el porqué lo había
hecho y les dije que porque el gemelo se había muerto igual que al soldadito
que enterramos, y que yo no había querido dañar al soldadito del niño sino que
al morirse teníamos que enterrarlo. La madre del niño se me quedó viendo y me
dijo, eres una niña muy rara pero siento haberte regañado por enterrar al
soldadito y se fueron, nunca los volví a ver, solo oí que se regresaron a su lugar
de origen aludiendo que no se entendían con esa gente del norte.
Los niños son autenticidad y viven en su mundo
de juegos lo que observan en el mundo de los adultos por éso en esta fecha de Navidad consagrada al nacimiento del
niño-dios Jesús de Nazaret (Aun cuando no sea la fecha auténticamente
histórica) deseo disfruten en veracidad de la alegría de saber que un ser iluminado
de buena voluntad nació humano, nació en este mundo en esta realidad y que se
manifestó como el Maestro Jesús entregando una guía para que encontremos
nuestro verdadero ser en la unión de nosotros con nuestro espíritu, por eso el
Maestro Jesús dijo “Ustedes viven en este mundo, pero no son de este mundo”
Juan 17:16. “El que tenga oídos que oiga. Mateo” 13:9
La alegría de convivir en el propio mundo que cada
uno comparte con sus espíritus afines, sin que sean necesarios fiestas de pinos,
esferas y plásticos del señor gordo vestido de rojo, es el verdadero espíritu
de navidad; y el mejor regalo es el amor y cuidado que se recibe inclusive
aunque sea solo alguna vez. Un solo recuerdo por la bondadosa actitud de
alguien marca positivamente toda la vida. Y ese alguien no tiene que ser de la
familia. Desbaratemos ya ese mito de que si la familia no cuida de un niño este
no será feliz. Mucha gente sufre por este concepto. Cambiemos la premisa, que
incita a estar buscando culpables y perdiendo así la oportunidad de hacer nuestro
propio mundo y ser feliz en él, porque sí es posible serlo.
Tengamos ese Espíritu Navideño de disfrutar nuestro
hoy en esta existencia, desde y como nos encontremos, sin ideas preconcebidas
de fiestas artificiales, solo dando a todo aquel que la vida coloque enfrente
nuestro una sonrisa sincera, un sentimiento de amor incondicional, bienes
intangibles que valen tanto o más que cualquier tesoro y que nos hacen tanto o
más dichosos que quienes los reciben.
Seamos felices también, esta Navidad!!!
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