Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


viernes, 8 de marzo de 2013

“DE TORREÓN A LERDO”



 
Capítulo IV, Segunda Parte

Una mañana que caminé con papá por el pueblo, pasamos por una cantina que estaba en la esquina de Juárez con calle Presidente Carranza y abrió las puertitas batientes y  me llevo de la mano hasta el mostrador del bar diciéndome que no mirara a los cuadros de las mujeres desnudas que había en la cantina (y que no era nada malo, porque el cuerpo humano era bello), y ahí me mostró en lo alto de la pared detrás de la barra, una perforación, y dijo que él la había hecho con su 45, una tarde que festejaba algo con amigos y escuchó “De Torreón a Lerdo”.

Pidió una cerveza y un refresco para mí, ante las protestas del barman que decía que no debía estar ahí una niñita; yo me sentía grande e importante sentada ante la barra de aquel bar; además papá decía que una cerveza se tomaba más a gusto ahí que en casa porque ahí había donde poner “la patita”, sobre una barra metálica que se encontraba en la parte baja, y aunque yo no alcanzaba desde aquellos bancos tan grandes de madera, sí disfrutaba de esa platica de igual a igual ( o de casi-igual según me creía en ese momento).

No fue el único lugar al que fuimos, llegamos con el “peluquero” y ¡ála! me sentó en la silla de la peluquería de asiento rojo y brazos metálicos brillantes y le dijo a Don Isaías, córtale el pelo a la niña, y se salió a la puerta a platicar con alguien. El barbero salió tras él, algo angustiado diciéndole, oye Tadeo no me dejes ahí a la niña, yo soy peluquero no estilista! Y yo? Callada y seria por supuesto! ¿Cómo iba yo a decirle algo a mi “papá-amigo” con el que andaba de “parranda”? Tuve que esperar más de 3 meses a que me creciera el pelo como niña…

Sí, lo conocí y conviví con él, en momentos de calidad más que de cantidad, como ahora lo puedo ver. Y disfruté también de ver el respeto con el que se trataban mi madre y mi padre. Ella era “Lala” para él y mi madre lo llamaba “Don Tadeo” y el último deseo de mi Padre fue que lo llevaran a su casa, con Lala, donde ella lo veló sentada a un lado de su féretro toda esa noche.

Seguro que papá tubo defectos, pero en este recorrido que hago por mi vida, en el privilegio de estarla re-viviendo y re-encontrándome, me doy cuenta que lo que pudo ser amargo, como no verle a diario, se ha convertido ahora en el conocimiento de “así es la vida” y “esto es lo que hubo”. Fue vida, me quedo con los buenos recuerdos que me impulsan a caminar esta tercera parte de vida que he iniciado y ¡adelante!, aprendiendo ahora de las enseñanzas, consejos y comentarios de Carlos Manuel,  Laura Gabriela, Susy, Alejandra,  Lupita, la tocaya Carmen, Lolina, Carlos y más personas que comentan mis escritos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario