Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


miércoles, 29 de enero de 2014

Historia de Don Antonio, quien vivía entre paréntesis ( ). Mis viajes III




Sucedió en la ciudad de San Luis Potosí, en la casa de Don Miguel, Jefe de Estación de los Ferrocarriles Nacionales de México de esa localidad, en la calle Valladolid, cerca del Mercado Tangamanga.
Aquella madrugada, habíamos tomado el majestuoso tren Águila Azteca en el transbordo obligado de Saltillo Coahuila rumbo a México D. F a donde terminaba su recorrido proveniente de Laredo Tamaulipas. Luego de aclimatar rápidamente el cuerpo entre los 45 grados o más de aquellos veranos en la zona norte del país a los 12 o 13 de las frescas mañanas potosinas, nos dirigimos a la Cafetería de la Estación del Tren para tomar café con leche y pan de dulce antes de ir a la visita obligada por amistad y aprecio a Doña Narcia, su hijo Miguel y entre paréntesis, siempre entre paréntesis a Don Antonio, hermano de Doña Narcia quien estaba siempre semi-presente. Don Miguel había sido Jefe de Estación en esa Capital del Estado y ahora jubilado y muy enfermo de diabetes, vivía ciertos días en su casa materna -para acompañar a su anciana Madre- y otros días en su casa matrimonial con su esposa e hijos.
Finalmente estábamos en San Luis, al fin podríamos ir al Mercado San Pedro a comer tunas cardonas, malteadas de fresa y sin fallar los tamales de olla y champurrado en aquella esquina del mercado en donde pese a que transcurría un año entre visita y visita siempre reconocía a mi mamá la dueña del lugar quien de manera asombrosa estaba todos los días de lunes a sábado, sin fallar, en ese lugar vendiendo esa comida barata e indispensable para la dieta de tanto trabajador que acudía a consumirla diariamente; porque la mayoría de los compradores eran gente sencilla y humilde a quien dicha señora vendía más barato sus productos que cualquier otro lugar del mercado, y a quien mi madre entregaba generosas propinas pidiéndole que ayudara a quien más lo necesitara, como a su hijo, mi hermano Estroberto quien vivía en esa ciudad (no había querido regresarse a vivir al Norte del país cuando cambiaron a mi papá a la zona norte de los FFCCNN) y a veces sobrevivía de manera demasiado estrecha económicamente.
Así que, dispuestos a pasar varios días de vacaciones, nos dirigimos a casa de Don Miguel y justo cuando se abrió aquella puerta verde despintada por el tiempo y de entre sus dos hojas con fijos de vidrio a los lados, asomó ligeramente una canosa cabeza de viejecita de trenzas entrelazadas en corona sobre su frente, y aquellos ojos de mirada fuerte que contrastaban con la apariencia de fragilidad que denotaba su anciano cuerpo, nos miró y sin cambiar la expresión nos invitó a pasar como quien no tiene otra opción… volví a recordar aquellos días cuando Don Antonio vivía también en ésa casa y la impresión que tuve cuando supe que durante 20 años había estado durmiendo en un clóset del cuarto de su hermana Narcia sobre un solo petate y con un ladrillo rojo por almohada….
Continuará (Domingo)



domingo, 26 de enero de 2014

La grandeza de hacer cosas pequeñas




Circulaba por la lateral para entrar a la Avenida Gonzalitos Norte con las luces de la direccional encendidas y observé que una camioneta venía por dicha Avenida circulando en el carril que yo tendría que tomar, miré por el espejo retrovisor para ver el momento en que dicho vehículo pasara a mi lado adelantándome y así poder yo entrar al carril de dicha Avenida, y entonces la camioneta tomó el carril de su izquierda inmediata y dejó libre el acceso para mí; entré al carril de la Avenida dándome cuenta de la acción positiva del conductor de la camioneta y volví a comprobar como una noble acción irradia cierto tipo de energía que se capta, que uno puede percibir y que en mi caso, me dio una esperanza más de que la vida tiene momentos gratificantes.

Aparentemente fue tan pequeño el acto realizados por el conductor de aquella camioneta que quizás sí lo notamos cuando nos sucede en la vida diaria, pero lo olvidamos rápidamente.

Creo que si lo reflexionamos y lo decimos, puede grabarse en nuestro cerebro y es posible que podamos imitarlo ya que en aquello que piensas, en eso te conviertes.

Por eso la frase de que “Grandeza es pequeñez” con que se inicia este Blog, pues solo los grandes pueden hacer esas “pequeñas cosas” que purifican el aire y crean vibraciones energéticas en el ambiente.

(Próximo Miércoles)

miércoles, 22 de enero de 2014

LA MORAL DE UNA DAMA “INMORAL”



Ella era la madre, la ciudadana, la que fue hija, la mesera de aquella cantina y antes de ello, era “muchacha de la vida galante” que como todos sabemos a veces no es tan galante. Pero ahora por sobre todas las cosas era la mamá de aquella chica estudiante en la Escuela Normal del Estado en la ciudad de Saltillo, Estado de Coahuila de Zaragoza.

La hija era su sueño, su anhelo, la posibilidad de su salvación para salir de una vez y para siempre, casi como si fuera su jubilación, de aquel ambiente de copas, pleitos de bar y ambientes escabrosos.

Esta era su conversación un día sí y otro también cuando iba a la Carnicería “El Filete” a surtir la despensa para la Fonda/Cantina en donde ahora era la Encargada de la Cocina y Mesas, después de que tras tantos años y merecidos ascensos, había logrado llegar.

Durante más de tres lustros habido sido fiel –a alguien se le es alguna vez-  al “Salón Fontana”,  al que jamás había cambiado como centro de sus labores por algún otro de los que en número de 5 a 7 por cuadra había en aquel pueblo a lo largo de la calle Internacional,  que comprendía 15 cuadras aproximadamente (sí, era un promedio de setenta y tantos bares).  Y esa cuenta correspondía solo a una calle de ese Pueblo.

Algunos bares eran tranquilos, otros por donde la gente no podía pasar  y los pocos aquellos por donde jamás se debía transitar; sobre todo por los dos que estaban en aquella esquina del “Güero Mercado” a donde acudían los  días domigo, aquellos hombres de las Rancherías cercanas que llegaban en su mayoría a caballo  portando las armas que acostumbraban usar en el monte, ya fuera para realizar la caza menor de la que se sustentaban  o para su defensa personal. En ese tiempo era una costumbre permitida y era lo apropiado para esas labores en el campo, donde la víbora de cascabel no anunciaba su llegada con anticipación; sin embargo el que portaran dichas armas en el pueblo … podría ser discutible.

Y el tiempo cumplió años.

Uno, dos, tres, cinco años y un día aquella Dama llegó a la Carnicería  con aspecto diferente, su rostro era el de una dulce madre de familia en donde al parecer por algún milagro se habían borrado aquellas huellas de noches bulliciosas y días no tan tranquilos y aquel gesto de reto ambiguo que seguro era parte de su quehacer diario. Se iba del lugar, solo llevaba su bolso de mano y su abrigo; finalmente su hija había terminado su carrera de Profesora de Educación Primaria y se reuniría con ella en Saltillo para irse a un poblado del sur en donde la profesora empezaría a trabajar en una Escuela Rural. De su vida anterior, no había equipaje, solo su alma que había logrado trascender a ese azar de la existencia que le había tocado vivir. Cambió su vida, cambió su ruta, modificó su destino. Volvió a Vivir, esa mujer “inmoral” que supo ver el valor de lo moral.

(Hasta el próximo domingo! Si Dios quiere, Laura De Lunne)

domingo, 19 de enero de 2014

El pasajero del Tren. Mis viajes: Monclova - Saltillo, Coahuila II



El silencio que viajaba aquel día en el vagón de primera clase del ferrocarril Monclova-Saltillo no había comprado boleto, sino que acompañaba a aquel pasajero recostado en los dos asientos del tren que exhalaba dolor. Se supo que lo llevaban a Saltillo porque iba muy enfermo y que desde la Ranchería en donde vivía no había otra forma más rápida para trasladarlo al hospital. En voz baja se comentaba algo que los niños no alcanzábamos a oír por lo que interrumpimos los juegos para acercarnos a nuestra familia, y enterarnos, que el pasajero no podía orinar.

No teníamos comentarios, no entendíamos como era posible que alguien no pudiera orinar. Así continuó el viaje en donde los ruidos propios del tren al pisar los rieles nos ayudaban a eternizar el momento, largo momento para asimilar lo que sucedía.
Repentinamente otra figura extraordinaria se vio avanzar por el pasillo del vagón del tren, era un hombre delgado y muy alto para el común de los habitantes de la región y vestido con una levita negra y sombrero alto del mismo color. Entonces se borraron las escenas anteriores y solo el hombre destacaba caminando lentamente entre el bamboleo del tren, dirigiéndose hacia el enfermo.

Se oía la respiración de los pasajeros ante la ausencia de cualquier otro sonido.
El hombre de levita y sombrero negro regresó a su asiento tan calmadamente como se fue. Y dos señoras empezaron a pasar por los asientos del tren pidiendo que les regaláramos las cebollas que lleváramos, incluso aquellas que estuvieran mezcladas con comida siempre y cuando no estuvieren cocinadas,  como las de mi lonche de jamón y aguacate. Entonces, entre mantas sostenidas por algunos pasajeros, el Dr. Galarza (supe su nombre 30 años después por pura “coincidencia”), colocó las cebollas que se pudieron recolectar, al parecer, sobre el área de la próstata y/o también sobre los genitales del cuerpo del pasajero enfermo.

Poco a poco se fue escuchando  ruido de voces en aquel vagón del silencio y finalmente, el pasajero enfermo se levantó a orinar al baño del vagón. La gente reía, comentaba, daba recetas, platicaba anécdotas parecidas, y se lamentaba jocosamente de que a sus tacos les faltara la cebolla.

Al llegar a la Estación de Saltillo, apenas se detuvo el tren subieron rápidamente dos jóvenes con una camilla, para mirar entre sorprendidos y alegres que el pasajero enfermo bajaba del tren por su propio pie.


Ese día supimos de propia experiencia las aplicaciones de la cebolla como remedio,  y treinta años después conocí a la hija del Dr. Galarza y las fantásticas historias de sus hermanos que hablaban con los pájaros, pero eso ya es historia para la siguiente narración, no creen?

Próximo miércoles: LA MORAL DE UNA DAMA "INMORAL"

domingo, 12 de enero de 2014

el perdón



El perdón, ese mensajero  divino  que parece estar solo al alcance de los dioses. 

¿Porqué es difícil perdonar?  Al pensar en perdonar recuerdas el daño, la ofensa y te parece imposible que puedas y todavía más,  que debas perdonarla.

Y empieza uno a pensar, - Quien me ofendió, ¿Por qué lo hizo? Si fue por maldad, esa maldad no es mía, es del ofensor; y si me agravió físicamente y yo sobrevivo y he curado mis heridas físicas, ¿Porque no puedo curar mis heridas emocionales? Si recapacito y me doy cuenta que el ofensor/agresor ya está muy lejos de mi vida, vivo o muerto pero ya lejos, entonces, porque no he llegado a entender  que en este mundo imperfecto,  he venido a conocer varios aspectos y facetas que elegí saber o que acepté vivir porque quizás cometí  esas mismas acciones hace pocos años atrás en esta vida o antes, en otra de mis existencias, esas mismas acciones que ahora he vivido  en carne propia...

Si fue posible llevar ante la justicia del hombre la acción del ofensor, bien hecho y hecho está. Si no fue posible o dichas ofensas no están reguladas por las leyes del mundo,  está ante mí y conmigo la acción de pedir al universo justicia divina, sí existe la Gran Fuerza, El Gran Espíritu, y debemos y podemos invocarlo.

Y para acceder a ese contacto, ¿Que necesito? Hay varias voces al respecto, la primera es la que nos habla de la meditación, de que entremos en nuestra soledad en contacto con nosotros mismos para que descubramos la existencia del “Yo divino” y con persistencia y disciplina  con un continuo y constante contacto conmigo mismo conoceré que hacer y cómo hacerlo. ¿Porque? Porque cuando el alumno está listo y dispuesto el Maestro se presenta.

Y todo esto, para que… Para recuperar mi vida, para no permitir que la acción ofensiva continúe manteniéndome preso de la furia, del rencor, del odio, de la tristeza y desesperación que todos estos sentimientos pueden y hacen daño a mi vida.


La inestimable cualidad del ser humano es su poder de creación y transformación (que vendría siendo re-creación). Las células del cuerpo se renuevan en su totalidad en ciertos años de vida por lo que el cuerpo que tenemos ahora no es el mismo que tuvimos hace x número de años… Podemos nosotros, los creadores, los divinos, los poderosos hacedores de mundos y transformadores de universos, re-crear nuestra propia vida… ¿??




( continuará la historia del pasajero del tren si D. Q.)

lunes, 6 de enero de 2014

Mis viajes: Monclova - Saltillo, Coahuila




“Eran como las dos o tres de la madrugada cuando oí gritos de dolor que salían del cuarto frente al nuestro, en el hotel en donde se hospedaba tu padre, cuando llegaba de viaje a Saltillo; salí al pasillo y me quedé escuchando aquellas exclamaciones de dolor que no cesaban y toqué en la puerta de donde emanaban diciéndoles que si alguien necesitaba ayuda, que yo era la esposa de Tadeo G. maquinista de caminos de los FFCCNN quien se encontraba hospedado en el hotel; casi inmediatamente se abrió la puerta y un hombre se asomó sujetándose los pantalones y diciendo que necesitaba ayuda, que tenía un terrible dolor de estómago; ante tal situación le dije que mi esposo llevaba siempre en su maleta de viaje, medicinas y que iba a ver que podía servirle, el hombre me dijo que si tenía sal de uvas picot sería bueno porque él creía que alguna comida le había caído mal; fui al maletín y encontré solo un frasco con polvo blanco que me decía Don Tadeo era medicina para el estómago, le serví dos cucharadas soperas en un medio vaso de agua y se lo di a tomar; a la mañana siguiente vimos en el restaurante del hotel a dicho hombre quien fue a darme las gracias  y me preguntó que le había yo dado a beber que había estado algo amargo y difícil de pasar y le había parecido diferente a la sal de uvas, aunque le quitó milagrosamente el cólico y el problema estomacal;  y tu papá le dijo que era carbonato…”

Ciertamente, en verano viajábamos por tren y nuestra primera parada saliendo de nuestro pueblo era Saltillo, Coahuila. Cuando llegábamos a la estación del ferrocarril, con sus faroles de focos que apenas alumbraban el andén y el aire frío como gota de agua suspendida del tejado y ya convertida en candelilla, nos bajábamos con esa lucha entre combatir el frío repentino –después de haber estado en nuestro pueblo cuya temperatura promedio en verano siempre es de 38°  a 44°- y el alborozo por estar ya en el inicio de las vacaciones de verano.

El viaje en sí mismo era una aventura.

Durante el trayecto de Estación Monclova a Saltillo el Encargado de la venta de bebidas, dulces y sándwiches ya había agotado sus mercancías y algunos señores habían tomado algo de más por lo que llegaban dormidos a la Estación, si no hubiera sido por el boleto que el Conductor ponía en el cintillo de su sombrero –previendo su ausencia de la realidad por el exceso de licor-, no hubiera sabido cuál era la Estación en que debían descender del tren ; las señoras había conversado intercambiando recetas de cocina y de algunas curaciones caseras o tips del uso de hierbas buenas para… Los niños, habíamos tomado posesión de la parte media entre dos asientos reclinables –en el vagón de primera clase-  que al unirse respaldo contra respaldo formaban una especie de cueva que algún niño tomaba como propia por todo el viaje y ahí se la pasaba jugando o entrando y saliendo a su escondite, incluso se dormían tranquilamente en ese espacio.

Así que al llegar a Saltillo, la ciudad, esperábamos encontrar novedades,  gente distinta, diferente. En esas ocasiones íbamos a cenar al Restaurante de la Estación o a algún otro  de los que se encontraban enfrente con el rico menudo que gusta tanto a los mexicanos  y a donde mi mamá audazmente iba con la familia a esperar a Don Tadeo que llegara a cenar a aquel lugar “en donde no era conveniente que entrara una mujer sin ser acompañada de un hombre” decían las señoras, lo que  yo siempre escuchaba en aquella bruma entre diversas voces y viendo solo la parte media de sus cuerpos, a mis 6 o 7 años. Otros platillos típicos eran siempre la carne guisada con papas en salsa picante con tortillas de harina – insustituibles para los norteños (que dicen “si son de maíz ni me las mientes (sic) si son de harina ni me las calientes”) y las patitas de puerco lampreadas servidas con sopa de arroz rojo. Se vendían los refrescos Barrilito y Doble-cola. No recuerdo marcas de cerveza, solo que papá tomaba una o dos copitas de mezcal curado de frutas antes de la cena.

De ahí, hala! de regreso a la Estación a esperar el tren Águila Azteca, pero antes creo que es de rigor que diga lo que sucedió en uno de mis últimos viajes de verano de mi niñez, cuando no hubo regocijo de niños ni adultos, a causa de aquel hombre que venía de pasajero…

Continuará

miércoles, 1 de enero de 2014

"doblar la esquina al revés"...

Niña P'urhépecha

Hoy, con el primer saludo de mis seres queridos y a un lado de una ramita de romero, nos hemos dado el primer día del año 2014, el día en que hay que “doblar la esquina al revés”
El día en que el miedo ya no existe y el temor a lo desconocido es la ventana abierta a la aventura de la vida. La precaución, es bueno que esté siempre presente; creo que la prevención puede equipararse a decir con el Maestro Jesucristo “velad” o con Saint Germain “Yo soy” Yo soy aquí y ahora.
Porqué el aquí y ahora? Precisamente para que estemos atentos, alertas, velando/cuidando que la vida se construya aquí en este momento presente, en este ahora. No en el miedo de “Y si…” ni el temor de “mejor no” sino en la definición efectiva y clara de los tres pasos de Nicolai Hartman: Concebir la idea, Planearla viendo qué medios e instrumentos se necesitan para realizarla y REALIZARLA. Agregando con Saint German y tantos otros que aman a la raza humana, que dice: planea con un pensamiento claro y siente lo que has planeado, entonces tu pensamiento con tu sentimiento creará lo que quieres.  Por qué? Porque eres el creador, simplemente por eso, eres quien ha creado esta forma de vivir, adiciónala, modifícala, enderézala, vívela. El Creador te ha creado “a su imagen y semejanza” No eres EL CREADOR, eres un Creador, junto a todos los demás Creadores que formamos parte de la energía divina.
Sí es imprescindible saber si esos instrumentos y medios están a nuestro alcance y si no lo están, aquí me apoyo en otro de ms guías Dr. Wayne Dyer quien dice “imagina las circunstancias y condiciones que necesitas para que se den las cosas que has planeado, para que realices éso que te has propuesto…  Siempre funciona, el universo está deseando que le pidas cosas, vamos hazlo!”
Que si lo que pides es un acto impropio? Ahí estará tu responsabilidad para afrontar tu acción en este universo de leyes naturales previamente establecidas, tu acción se regresará a ti, como un bumerang. Así que, tú decides que planearás hacer.
Por lo pronto y ya, para mí es dar la vuelta en la esquina al revés…
Seamos felices en este 2014, para empezar o seguir siéndolo…: "La acción es la clave fundamental de cualquier éxito"