Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


sábado, 16 de febrero de 2013

LA CASA DE MIS ABUELOS

TACIO Y LALA



La casa de mis Abuelos
Capítulo III, Segunda Parte

Mi madre me contaba historias de su padre, de la casa de mis abuelos Tacio Ramírez y Lala Hernández que era muy conocida en el pueblo, de cómo el abuelo al quedar inválido, sobrevivió escribiendo acrósticos y poemas de cumpleaños para los vecinos y amigos y leyéndoles el periódico bajo las sombras de los mezquites, y unos pocos huizaches con los que se cobijaban las casas de aquel pueblo, en aquellos días.

Supe tiempo después que también compartieron la venta de copitas de mezcal de frutas que el abuelo preparaba, con sus lecturas, la vida hay que sacarla adelante. No sé si nuestros ancestros debieran decirnos sus historias de vida, o si solo les pertenecen a ellos; quizás si hubiéramos conocido sus historias nuestras vidas fueran más reales, al menos la mía hubiera estado más equilibrada en esto que llamamos nuestra realidad. Sobre todo cuando se ha enfrentado la adversidad de la invalidez, como fue su caso.

Ahora no puedo dejar de pensar en la banqueta de la casa de Mamá Lala, -que finalmente fue mi casa también, cuando ella, mi abuela, murió  y heredó la mitad de su casa  a Lala, mi mamá-; la banqueta de la casa de mi mamá fue construida con grandes lozas que un señor arriero trajo de alguna loma cercana, porque yo se lo pedí; recuerdo que dijo que no sabía aún si podría traerlas, porque debía pedir permiso a los espíritus del monte de donde iba a arrancar dichas lajas, para poder traerlas a casa… pasaron casi tres meses y un día vino con una laja grande, una gran piedra de una sola pieza; y me dijo que los espíritus le habían dado permiso para que me trajera a mí dichas piedras… mi mamá le dijo, pero Don Sr x, como que le trajo las piedras a la niña? Si la que se las encargué soy yo y yo soy quien se las voy a pagar, que por cierto, me ha cobrado bastante caro… Y Don Sr. X le contestó, en este asunto el dinero no importa, lo que importa es el permiso que han dado los espíritus del monte, y lo han dado por ella, por la niña; así que, lo que yo cobro es por todos los días que he pasado en el monte para traer esta piedra y los rezos que he tenido que hacer para saber si tenía el permiso o no, no es el valor de la piedra…

Fueron 3 piedras según recuerdo, y dijo que no más, que nunca traería más, a nadie.

Yo sentía protección con esa piedra laja azul, la más grande de todas, que estaba colocada a la salida de la puerta de la calle, fue como un guardián para mi casa.

Continuará:

LAS OTRAS CASAS DE MI BARRIO (La casa del naranjo, La casa de piedras, La del vergel en medio del desierto y otras más)

No hay comentarios:

Publicar un comentario