Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


sábado, 9 de febrero de 2013

LAS CASAS EN QUE HE VIVIDO

Capítulo III


 







                                                                                                                     Entramos a nuestra casa y decimos, uf,  al fin, en casa.

Las casas, vivimos casi siempre en varias casas. Las casas se convierten en parte nuestra, una extensión de nuestro cuerpo; sobre todo las camas y en relación con ellas, las almohadas. Dejar nuestra almohada al viajar es realmente un sacrificio.
Y qué decir de nuestra taza, la reclamamos! Dónde está mi taza, quién tomó mi taza… Seguro que alguien nos sugerirá: “vamos, aquí está ésta taza, ten” Y la miraremos con desconfianza, casi pensando en el atrevimiento de querer ser “mi taza”, pero finalmente, ya con el café caliente y listo para servir, la tomaremos con cierta resignación. Claro que al estar ya saboreando el delicioso Córdoba con Chiapas se nos habrá olvidado “nuestra taza”.
En mi niñez y adolescencia viví en el chalet de ladrillos rojos y después en la casa heredada de la Abuela Lala, de la cual platicaré más adelante. Y casi viví en una casa de dos plantas en San Luis Potosí. Una mañana fuimos a buscarla (estando de visita en esa ciudad) pensando la Familia en regresar a vivir a esa ciudad. Esa no era una casa amistosa. Tan solo al pasar la puerta al interior, hubo un revuelo de aires en la parte media que se fueron hacia el segundo piso en donde se oyeron diversos murmullos y sentí la oposición de la casa.
Era una edificación de principios del 1900 con un espacio en el centro y escaleras a un costado que llevaban al segundo piso que se comunicaba con la planta baja porque había un pasillo a lo largo de las habitaciones que daban vista al espacio central de dicha planta baja. Se veía bonita la estructura y cuando estuviera ya limpia, seguro que su estilo residencial sería soberbio, pero… no querían que estuviéramos dentro. Mamá platicaba con la dueña de dicha casa, quien pedía una renta insignificante, para finalmente decirle que le regalaba tres meses de renta para que así se animara a quitarle el polvo por su cuenta. Ante esta oferta mi mamá avanzó más hacia adentro y el revuelo arriba se intensificó, yo lo veía/sentía y me detuve en seco jaloneando a mi madre del vestido y diciéndole que nos fuéramos de ahí inmediatamente; ella se disculpaba por mí, y seguía intentando subir arriba. Entonces algo le dije que la dueña de casa dijo que era cierto lo que yo decía y le dijo a mi mamá que mejor no rentara la casa, que ya habían intentado vivir en ella pero la gente no duraba ni un mes… y nos fuimos de ahí.
Creo que lo que uno siente, es más cierto que lo que uno ve.
Hoy, lo que me gusta más de mi casa, es mirar por sus ventanas los cerros y las montañas; el cerro de la silla al oriente, en donde a ciertas horas de la mañana y de la tarde, ciertos días, se mira una nubecita casi siempre igual, a veces creo que cubierta con ésa nube, pudiera estar también la casa de algunos extraterrestres.

Continuará…

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