Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

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jueves, 28 de noviembre de 2013

LAS COMIDAS TÍPICAS DE NAVIDAD ENTRE LA GENTE DE MI TIERRA

Tamales


De las comidas típicas de Navidad entre la gente de mi tierra, en el norte de México, recuerdo los tamales con café, el champurrado, los buñuelos,  las hojarascas. Los tamales de dulce de biznaga con pasas de uva; el atole  o champurrado de masa de maíz con canela y cocoa y los buñuelos con sabor a naranja…
Los días previos a la navidad era frecuente que llamaran a la puerta de casa y  llegara alguna vecina con tamales porque ese día los había preparado  para su familia  y hacían tantos que compartían con sus vecinos.
La comida típica era la fritada de cabrito, que se preparaba en el patio de casa en donde en un espacio de tierra limpio (se le ponía una gran lámina encima cuando no se usaba) se colocaba un tripié de fierro que recibía el calor de leños de mezquite, sobre él se ponía un cazo de cobre en el cual se preparaba la fritada, generalmente por los hombres de la casa. Decía papá que darle vuelta al guisado en el cazo era pesado y que era más fácil para la fuerza de un hombre quien lo hacía con una especie de pala de madera  de un metro de largo que en su base tenía la forma de una cuchara cuadrada.
Hacer el dulce de biznaga o de calabaza para esos días era más difícil, sobre todo porque la biznaga debían traerla de Sierra Mojada o  de Santa Gertrudis en el Estado de Coahuila y su preparación implicaba cierto remojo en agua con algo de cal previo a su cocimiento de larga duración también hecho sobre fuego de mezquites y condimentado con anís.
Creo que lo que le dio buen sabor a mis recuerdos de la niñez fue la convivencia de la familia  con los amigos y vecinos, ellos eran realmente quienes alegraban aquellos días de armonía, del placer de saborear aquella comida que siendo sencilla nos nutría el alma y el cuerpo. Sobre todo porque no sentíamos el compromiso de gastar en los restaurantes; tampoco había necesidad de comprar regalos en las supertiendas o boutiques porque para esas fechas ya estaban elaborados los gorros tejidos con hilos de lana, las bufandas y las/los más hacendosas/os hacían incluso guantes, calcetines y lo más hermoso: Colchonetas rellenas de lana cardada, para regalos de nuestros seres queridos.
No obstante, previo a la Navidad íbamos dándole forma a un deseo, a la ilusión de recibir un regalo, esperábamos la navidad y soñábamos; como fue el caso de Alejandrina una chica ayudante de cocina, quien un 25 de diciembre fue muy contenta a comentarme a casa que había encontrado en la calle un billete de 500 pesos, (equivalente a lo que ahora se puede decir 2000 pesos mexicanos) y que al menos durante ese día soñó con las cosas que iba a comprar y a hacer con su pequeño  tesoro.  No fue el único, al menos supimos de dos personas más, Don Fulgencio quien era albañil y Paco, un chico que llevaba las tortillas a domicilio.
 Así durante varios años, por navidad, en las márgenes de los pueblos de esa región, ya sea en un pueblo  o en otro, alguien encontraba billetes el 25 de diciembre, hasta que un 25 de diciembre, seguro que ya no estuvo más en esta tierra ese benefactor que “perdía” billetes de alta denominación los días de navidad.


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