Cierto, la vida se hace en momentos…


Blog escrito por: Laura de Lunne

Enero 1° 2013

TERCER ESCRITO:

Somos la única chispa de luz, con vida propia, avancemos sin temor,

Hasta mañana!


lunes, 9 de noviembre de 2015

Vivir en la verdad. ¿Para que sirve?



Vivir en la verdad. Qué es eso? 

Para mí es estar consciente siempre de que estoy existiendo y que mi fundamental propósito de vida es darme cuenta de ello, de que existo, de que soy, yo, unidad de vida en un plano de existencia. Sé que mi vida transcurre medida por el tiempo, pero si el tiempo no estuviera presente? Si solo fuera un elemento más de esta tercera dimensión? Entonces solo lo debería utilizar para llevar mi agenda, para saber qué voy a hacer en esa hoja cuadriculada de mi vida en donde mis logros los voy anotando restándoles los posibles fracasos. Y digo posibles porque alguien me dice “eso que no es aparentemente agradable para ti o que contraría tus planes, analízalo para que veas que enseñanza te deja”. Cierto, inclusive el conocimiento de cómo evitar ese contratiempo cuando vuelva a iniciar esa misma actividad que no pude en esa ocasión realizar. Más no olvidar vivir en la verdad de acuerdo a la prudencia de mis circunstancias.

Vivir en la verdad, para que sirve?

Al saber mi verdad (porque pudiera ser diferente a la verdad de otros, aunque exista solo una verdad como Bien filosóficamente hablando) dejo el desasosiego, estoy en calma, estoy en el “yo soy” en la autenticidad de lo que hasta ese momento he podido aprender, cavilar/analizar, darme cuenta y decidir aquello que quiero realizar calibrando las posibilidades que tengo para realizar lo decidido que me lleven eventualmente a un paso más cerca de lo que finalmente en esa meta quiero hacer. Pero sobre todo hacerlo, iniciar aquello que quiero realizar porque de lo contrario estaré en frustración perpetua. Si lo inicio y no lo logro en ese momento ya crée en el universo un camino, he avisado de mi intención y ya en automático está configurada ésta. Solo tengo que persistir. 

Siempre recuerdo una anécdota que leí en Selecciones cuando yo era pequeña, la de aquella niña afroamericana que fue donde el patrón a pedirle 5 dólares porque su mamá estaba enferma lo cual le negó dicho patrón pero la niña no se retiró del portal de aquella casa y ahí estuvo de pie pidiéndole lo mismo cada vez que el patrón pasaba hasta que éste le dijo ya te he dicho que no te voy a dar ese dinero, porque no te vas? Porque mi mamá lo necesita sin excusa alguna y yo se lo voy a llevar… verídica o no dicha anécdota lo que me ha conmovido es la persistencia en el propósito. Ahora, dicha anécdota me ha servido a mí para algo? Sí, siendo ya adulta y trabajando como Profesora en la Universidad, quise ir a entrevistarme con el Lic. Ignacio Ovalle Fernández del Instituto Nacional Indigenista sobre los planes de protección para los indígenas de México y llegué a su oficina a las nueve de la mañana (me dijeron que a esa hora abrían dicha Dependencia) ahí me dijo el Sr. Juárez que para ver al Lic. Ovalle necesitaba cita, le informé que tenía cita dada por el mismo Lic. Ovalle por teléfono pues le llamé desde Monterrey. El Lic. Ovalle no estaba. A las 11:00, 13:00, 15:00, 17:00 preguntaba por él (Me quedé todo el día en su oficina), salía el Sr. Juárez la mayoría de las veces, me repetía que no estaba. Esperé hasta las 7 de la noche… y no estaba según el dicho del Sr. Juárez. Me fui porque mi avión salía de regreso a Monterey a las 9:00 Hrs p.m. Me encontraba sentada en la Sala de Espera del Aeropuerto,  casi vacía aún –era temprano para salida del próximo avión a la ciudad antes dicha- y llegó un joven, vio la Sala y fue a sentarse en la fila de asientos en donde yo estaba, a dos lugares de mí. Bien, ya empezaba a llegar la gente, pero, de repente vi entrar al Sr. Juárez! Me vio y con cara de sorpresa se detuvo en su caminar, me di cuenta, le dije al joven, disculpe usted es el Lic. Ovalle? “Si Señora, en que puedo servirle?” Soy la Profesora X que hice cita con usted para el día de hoy y lo estuve esperado casi todo el día, pero no fue usted a su oficina. “Pero si ahí estuve casi todo el día!” contestó.. Se levantó de su asiento sentándose a un lado mío y platicamos casi una hora de los planes de trabajo que el Instituto tenía y en los cuales a nivel regional quería yo involucrarme. Conservo una carta que me envió con dos volúmenes de su Programa de Trabajo, mismo que me dijo estaban obstaculizando porque le permitían elaborar los Planes pero no le asignaban presupuesto. Le dije formulara el Plan por escrito y lo presentara aunque nunca pudiera realizarlo, así quedaría documentada su capacidad y disposición para ese propósito. Lo hizo y me envió un tanto de ellos. Quizás ahí fue una de mis primeras aportaciones de lo que hoy es misideasparati.

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